domingo, 10 de marzo de 2013
Abro este pequeño espacio para comunicar que por causas ajenas a mi persona voy a estar un pequeño tiempo ausente, que espero sea lo más corto posible. Por lo que me limitaré a publicar algunas entradas que ya tenía prevista, y participaciones en algún blog. A veces las cosas se presentan de forma súbita y no hay remedio posible por evitarlas.
Quiero y deseo a todos los que visitáis la página comprendáis este pequeño lapsus, que retomaré con más fuerza una vez vuelva de este paréntesis.
Gracias por estar ahí.
Un saludo cordial y atento
Fco Marcos
lunes, 25 de febrero de 2013
PFD y Ponfiel (3) (Blog Luisa Hurtado)
Este microrrelato está publicado en la página de Luisa hurtado. Para acceder a ella pinchar en el enlacePalabras, fotos, días / PFD
en la que Luisa publica diariamente una fotografía, ofreciéndonos la oportunidad de ponerle letra.
Esta es mi tercera inclusión. Hay de muy buenas. Animaos a participar.
fotografía de Jose Luis Rafael
Lo perfecto de lo imperfecto
Cuando el pintor acaba la obra, se la mira con detenimiento y retoca las imperfecciones hasta dejarla bella, equilibrada. Entonces extiende la mano para darle vida, saliendo del lienzo un hombre y una mujer. Ellos al verse sonríen complacidos, y lo primero que hacen es lavarse las manos.
sábado, 23 de febrero de 2013
PFD y Ponfiel (2) (Blog Luisa Hurtado)
Este microrrelato está publicado en la página de Luisa hurtado. Para acceder a ella pinchar en el enlace Palabras, fotos, días / PFD
en la que Luisa publica diariamente una fotografía, ofreciéndonos la oportunidad de ponerle letra.
Esta es mi segunda inclusión. Hay de muy buenas. Animaos a participar.
fotografía de Jose Luis Rafael
“Mi vida pasó tan rápido junto a la tuya que solo tengo el recuerdo de líneas de colores paralelas, y soy incapaz de descifrarlas”.
martes, 19 de febrero de 2013
Concurso Cartas de Amor San Valentín 2013
Quiero compartir con todos vosotros esta noticia que me acaban de dar a través del correo. Escribo parte del texto que me han enviado:
El motivo de este correo es comunicarte oficial y personalmente el resultado del concurso de Cartas de San Valentín 2013 donde has participado recientemente.
Tu texto El latido que nos une ha sido ganador del segundo puesto y tu texto Peticion de primera cita ha sido seleccionado como finalista por lo que ambos formaran parte del futuro libro de Retales Literarios con los concursos de este año 2013.....
Tu texto El latido que nos une ha sido ganador del segundo puesto y tu texto Peticion de primera cita ha sido seleccionado como finalista por lo que ambos formaran parte del futuro libro de Retales Literarios con los concursos de este año 2013.....
Así comienza el mail con el que me acaban de avisar sobre el premio. La verdad es que ha sido una sorpresa y por partida doble. Los dos textos que mandé han sido elegidos. También doy mi más sincera enhorabuena a los otros ganadores. Y a los treinta textos seleccionados que han resultado finalistas.
Procedemos a daros las valoraciones:
Primer puesto para:
“Querida Galatea” de melaniadark
“Querida Galatea” de melaniadark
Segundo puesto para:
“El latido que nos une” de Ponfiel
“El latido que nos une” de Ponfiel
Tercer puesto para:
“Nuestro amor sabe a mar” de Noelia
“Nuestro amor sabe a mar” de Noelia
Los textos están en su poder y en principio no pueden ser editados.
PFD y Ponfiel ( Blog Luisa Hurtado)
Este microrrelato está publicado en la página de Luisa hurtado. Para acceder a ella pinchar en el enlace Palabras, fotos, días / PFD
en la que Luisa publica diariamente una fotografía, ofreciéndonos la oportunidad de ponerle letra.
Esta es mi primera inclusión. Hay de muy buenas. Animaos a participar.
fotografía de Jose Luis Rafael
El canto del agua
Mamá siempre le peina los largos cabellos derrochando litros de agua. Debe estar siempre lista para cautivar. Es cuestión de herencia genética.
Los turistas siempre se quedan ensimismados mirando el cantar de la cascada. A nuestra hermana le da pena. Nunca quiere hacerlo, pero mamá la fuerza.
-La vida de la sirena es dura, hija. Hemos de aprovechar la bonanza, antes que venga la sequía. Sabes que luego no tendremos nada que llevarnos a la boca. Y por ahora hay muchos turistas.
viernes, 15 de febrero de 2013
Ilustración de Juanlu
Un plato de sopa
Mi madre siempre me dijo que la lectura enriquece el alma, pero que para conseguirlo tienes que comerte a diario una de sus sopas de letras. La verdad es que gracias a ella no soy tan ignorante, tengo más conocimientos que los demás chicos de mi edad, y han llegado a decir que soy superdotado. Ahora quieren hacer un estudio de mis neuronas, por eso de la sinapsis. Siempre he dicho que son las sopas de mi madre, que no hay vuelta de hoja, que las cosas con amor funcionan de otra manera, y que si dudan vengan y lo prueben. La verdad es que deshojar diariamente un libro le lleva más de una hora. Pero ella lo hace con gusto, a ver si mientras solucionamos el problema. Es la única forma de superar la intolerancia a la lectura.
Colaboración con Juanlu. Este dibujo me encantó y le comenté que me gustaría escribir un pequeño texto. Este es el resultado. A mí me encanta. Ahora debéis opinar vosotros.
Para visitar la página de Juanlu pinchar AQUI
Sus dibujos son sencillos pero muy impactantes. GRACIAS JUANLU.
Concurso de relatos breves; Explícanos tu primer beso.
Uno de los relatos ganadores
De como el primer beso sigue a otro
La cena fue distendida durante más de media hora, hasta que el cruce de miradas nos hizo evadirnos de la conversación. Intuí que algo no iba bien, cuando comenzó a mirarme la solapa de la americana. Después dirigió la mirada al cuadro que tenia tras de mí, de forma tan efusiva que tras mirarla varias veces le pregunté qué ocurría. Ella movió la cabeza negativamente mientras comía el pato a la naranja que habíamos pedido, junto a un buen vino de mesa. Al verla insistente me giré y vi colgado en la pared “La noche estrellada “de Van Gogh, una de esas copias baratas que reproducen sus conocidas obras valoradas en millones de euros. Sonriente volví a girarme queriendo tener una respuesta que me aclarase lo que ocurría. Con cara de cierto escepticismo y algunas gesticulaciones faciales comenzó a deshacer el encanto en el que aparentemente nos habíamos introducido. Mi reacción no tardó en llegar, al preguntarle que demonios ocurría. Entonces levantó las cejas un par de veces y tocándose el cuello, hizo el gesto de limpiarse. Ruboricé al entenderlo, un gesto inequívoco de suciedad, por lo que cogí la servilleta y mirándome el pecho pude comprobar que la mancha se había extendido no solo a la solapa, sino a la camisa. Ella sonrió al ver mi reacción, enfatizando en esa postura cómica de desconcierto. Yo sin embargo no pude contener la risa que disparé a bocajarro diciéndole que no era tan desastroso, que era más apañado de lo que podía llegar a imaginarse, y que no se quedara con esta impresión de no enterarme de las cosas, que debía haber sido más explícita. El resto de la noche transcurrió sin demora y con el gesto inocuo que nos llevó a parodiar lo ocurrido.
Al salir nos despedimos dirigiéndonos a nuestros coches respectivos, al darnos la espalda reculé los pasos. Yo la acompañé hasta el suyo (que menos que tener ese detalle caballeroso), y a medio camino extendió su mano entrelazándose a la mía. Me supo a miel el roce de su piel, una excitación intensa me electrificó hasta subirme por la columna un latigazo de energía que fluyó a través de mis ojos. Ella notó rápido esa sensación al decirme que desprendía luz por ellos. Estuve contenido en las palabras al quedar invadido por ese primer contacto de manos. Mi reacción fue estrechársela aun más. Al hacerlo detuvimos los pasos sincronizados como el engranaje de un perfecto mecanismo de relojería, nos pusimos cara a cara y ella elevándose de puntillas acercó sus labios. Fue un acto tan sublime, que derretido caí entre sus brazos, no había probado una miel tan dulce, y sintiéndome levitar me agarre a tu torso sintiendo el palpitar de nuestros corazones. Este es mi primer beso, me dijo, tengo más guardados para ti, ¿los quieres?. Por supuesto, le contesté, y armado de valor acabé diciéndole; en casa tengo un cuadro de Van Gogh el de “Los girasoles”, si quieres te lo enseño. Así lo hicimos. El paseo por casa viendo el arte que tenía colgado en las paredes no fue tan bello como lo que acabó ocurriendo esa noche. Todo por un beso inocentemente buscado, en la cumbre del deseo del amor. El resto de besos fueron únicos, como el amor que nos profesamos reavivándolo sin estrecheces, como si fuera el primer beso de toda una vida. Probadlo, es magnífico.
Al salir nos despedimos dirigiéndonos a nuestros coches respectivos, al darnos la espalda reculé los pasos. Yo la acompañé hasta el suyo (que menos que tener ese detalle caballeroso), y a medio camino extendió su mano entrelazándose a la mía. Me supo a miel el roce de su piel, una excitación intensa me electrificó hasta subirme por la columna un latigazo de energía que fluyó a través de mis ojos. Ella notó rápido esa sensación al decirme que desprendía luz por ellos. Estuve contenido en las palabras al quedar invadido por ese primer contacto de manos. Mi reacción fue estrechársela aun más. Al hacerlo detuvimos los pasos sincronizados como el engranaje de un perfecto mecanismo de relojería, nos pusimos cara a cara y ella elevándose de puntillas acercó sus labios. Fue un acto tan sublime, que derretido caí entre sus brazos, no había probado una miel tan dulce, y sintiéndome levitar me agarre a tu torso sintiendo el palpitar de nuestros corazones. Este es mi primer beso, me dijo, tengo más guardados para ti, ¿los quieres?. Por supuesto, le contesté, y armado de valor acabé diciéndole; en casa tengo un cuadro de Van Gogh el de “Los girasoles”, si quieres te lo enseño. Así lo hicimos. El paseo por casa viendo el arte que tenía colgado en las paredes no fue tan bello como lo que acabó ocurriendo esa noche. Todo por un beso inocentemente buscado, en la cumbre del deseo del amor. El resto de besos fueron únicos, como el amor que nos profesamos reavivándolo sin estrecheces, como si fuera el primer beso de toda una vida. Probadlo, es magnífico.
Cuando llega San Valentín fluyen concursos sobre amor, cartas,.... este es uno de ellos. Y me aventuré en participar. He sido unos de los ganadores. Elisabet Parra (periodista) me envió ayer el mail con la noticia. Mi enhorabuena al resto de participantes. Todo un placer.
jueves, 14 de febrero de 2013
XXXV Concurso de Microrrelatos Repentinos
Parque temático
Un día de verano, a las tantas, venía de tomar unas copas, un poco despistado por cierto, cuando llegué al portal creí haberme equivocado. Una bandera pirata ondeaba en la puerta de la vecina de los bajos. ¡Otra vez con sus excentricidades¡, solté. Ella abrió la puerta tan cauta como siempre y me recriminó que era un mal vecino. Que llevaba la comunidad a la deriva, y que debíamos de cambiar de presidente. Cuando subas ándate con ojo. Señora, acate las consecuencias, ahora soy yo quien lleva el timón. Ya tendremos tiempo de hablar, y me aventuré en subir los peldaños para desahogarme a la vez que pensaba, ¡estás loco!, quedan aproximadamente unos setecientos escalones delante de ti. Cogí al toro por los cuernos y comencé la marcha.
Al llegar al primer piso sentí a los corsarios salir de sus respectivas casas, empuñando grandes dagas. Se limitaron a mirarme de reojo. ¿No es tiempo de carnaval?, les dije, y continué. En el segundo una espesa selva tropical comenzó a abrirse entre los escalones. En el piso cuarto, ruidos de animales exóticos me sorprendieron, pasos de aborígenes aparecieron impresos en el suelo, lianas, incluso estalló una tormenta. Subí tan rápido como pude, hasta el duodécimo piso. En el último peldaño me esperaba pata de palo (el del segundo).
-¡Ostras! ¿y esto?,- le pregunté.- Estuvo observándome durante más de dos minutos, hasta que pronunció mi nombre: Joel.
-¿Qué quieres?, ¿Qué es todo esto?.
-Que el parque temático se haga en nuestra ciudad, - contestó -. En estos tiempos de crisis…
Desde entonces soy Simbad el marino (porque llevo el timón de la idea), hacemos cosas temáticas. Hemos pasado a ser el centro de atención del barrio. Nuestra vida ha cambiado, el ayuntamiento ha aprobado la reforma de la fachada que tanto nos costó conseguir, hemos hecho un calendario semidesnudos, tenemos parada en el mercado, y vendemos lo que producimos, gorros, gafas etc… todo temático. Estamos pensando exportar la idea, con derechos. Ahora todo el mundo nos apoya, dicen que somos la nueva generación de empresarios. Y vamos a por todas.
Esta vez con menos tiempo del esperado, pero he hecho el intento. Debía aparecer Simbad por ahí. No se, al menos he disfrutado escribiéndolo.
En la biblioteca encantada van a tener a Marcos Calveiro para hablarnos de un libro repleto de nostalgias, sueños y aventuras, escrito con un cuidado y un cariño exquisitos, lleva por título "Sari, soñador de los mares" y recupera a un personaje que parece haber sido ligeramente olvidado por los niños, pero que siempre ha poblado las aventuras imaginarias de buena parte de la población mundial, Simbad el Marino.
martes, 12 de febrero de 2013
Nueva entrada a Triple C (y última)
El arte de transformar la realidad
Junto a las aguas mansas del puerto caí en la cuenta de nuestra vida. No dudé en hacerlo, me puse manos a la obra y esbocé en lienzo una sonrisa perfecta, la que te faltaba, (la hice con empeño). Al colocarla en la habitación cambió tu rostro. Entonces comencé a dibujar tu retrato, que acabé pintando en colores vivos, el atardecer me ayudó a matizarlos. Quedaste prendado de las formas, la geometría, las líneas paralelas, de los trazos, la densidad, el brillo y las pinceladas. Te sorprendiste de mi capacidad. Hasta recortaste nuestra foto preferida colocándola en medio del dibujo. Desde entonces han surgido flores en el jardín, los ramos de rosas no se secan, el sabor de tus labios me endulza, has cambiado el solsticio de otoño a primavera, pintando tus días grises en verde, las dudas en respuestas, los olvidos en recuerdos, en arcoíris la semana. Estoy perfeccionando la técnica y acabaré convirtiéndome en tu ilustradora, ampliando a una amalgama de colores inigualable, simplificando la perfección de tu verdadero retrato.
Cada vez que voy al puerto me llevo una maleta vacía que traigo llena de color, más vivo que nunca.
Ayer en el lienzo que cuelga de la pared dibujé varios corazones superpuestos, al verlos tus pómulos han vuelto a ser sonrojados y tus ojos cálidos atardeceres. A partir de hoy quiero que veas el gran proyecto que tengo entre manos, (que no es poco te advierto) en una nueva explosión de color; pintar nuestra felicidad.
Esta es la última entrada que hago a Triple C. La verdad es que me he sentido motivado por el dibujo de Laura Garrido. Después de pensarlo varias veces, al final he decidido añadirlo. Todo un lujo de concurso mensual a partir de una imagen.
Microrrelato publicado en la Vanguardia
Mi cielo preferido
Mi madre estuvo en el cielo. Siempre le pregunté que había allá arriba, y ella se enzarzaba en explicaciones que acababan embotándome la cabeza. Al final prefería pisar con los pies en la tierra y dejarme de querubines, preferencias y bonanzas.
Su discurso se agrietaba cuando decía: “hijo si supieras, desde que conocí a tu padre me he ganado el cielo con creces.” Ella tenía una pequeña porción exclusiva para sus necesidades. Cuando discutía con mi padre, se asomaba a la ventana, y miraba a las nubes buscando su porción. Al acabar volvía contándonos historias sobre todo lo que había experimentado en su corto curso hacía el final del túnel, ¡toda una experiencia!.
Siempre la rechazaban, “no es su hora señora, venga más tarde.” Hasta que en una de las visitas a la ventana se asomó con el infortunio del desplome de la maceta de treinta kilos, un geranio al que le dedicó parte de su vida. Murió en el acto. Nuestra vida cambió. Mi padre al no tener a nadie con quien discutir se marchó de casa, decía que la vida había perdido el color añil, ese cosquilleo del tira y afloja. Solo en casa comencé a tener las visitas de mi madre. El primer día que la vi estaba planchando.
Decía que era su ojito derecho, y ahora como estaba en el cielo tenía todo el tiempo del mundo para ayudarme. Y la verdad que sus comidas son más exquisitas y la repostería es excelente. Dice que se respira otro aire en casa sin mi padre, que si lo llega a saber se hubiera muerto antes, porque nunca aceptó que su marido le dijera que se dejara de tonterías, que las únicas nubes las tenía en la cabeza. Todo porque, hijo, tú eras mi cielo.
Texto publicado en el blog de la Vanguardia durante el mes de Enero del 2013
sábado, 9 de febrero de 2013
Triple C (Enero)
Imagen de Laura Garrido blog demispalabrasylasvuestras.blogspot.com para visitarlo pinchar AQUI . Toda una experiencia a partir de la imagen. He de felicitarla por este regalo que nos ha hecho a todos, inspirándonos.
El deseo
Anudaste tu mano a mi pecho, e hiciste de este acto una interpretación. Se te dio muy bien dibujar, acunar con tus palabras las zapatillas que tenía bajo la cama, sentarte en el respaldo de la silla, ponerte como sombrero los pantalones, y desnudar con tu mirada cada página del diario. Después desabrido metiste las manos en la acequia queriendo lavártelas. Un beso de Judas me llenó de azahar el ambiente, hasta que volví a oler la fragancia, entonces supe que el deseo nubla, que el deseo envuelve, que el deseo ciega. No era tiempo de carnaval, ni de fiestas, ni guateques. Era tiempo herido que marchó en busca de una respuesta. Caminé en tu busca por entre las calles, en el muelle, junto a las olas, junto al barco amarrado, y no te encontré. Hasta que a lo lejos sentí los pasos de tacones. Eran mis zapatos, puestos en tus pies, y yo sin darme cuenta de la bravura que se forjó alrededor de tu figura. Para mí eres de barro y paja. Tu sal es otro sabor. Te quité del mueble, y ahora sin ti, mi deseo es otro. Espero que se cumpla.
Números infinitos
Conté los pasos hasta el dique. Eran unos trescientos veintidós. Aunque creo que me dejé uno, por el tropezón que tuve con un piedra en mitad del camino, descuadrándome el conteo, ¿o fueron dos?. – Duda. - Desde aquí el mundo es diferente. El aire corre rápido, y las nubes escasas no dejan estela, la tierra se curva, el cielo es negro como el tizón, y el agua ocupa tres cuartas partes de la esfera terrestre. ¡Si las malditas piedras no hubiesen estado en el camino! ¿Quién las puso? ¿Qué hacían ahí en ese preciso momento? – gime a regañadientes. – Desde aquí el mundo parece más pequeño. Tanto que los hombres se asemejan a hormiguitas. Si llego a saber que el cielo era así no me hubiese tirado al agua por el desengaño. Cuando vuelva a nacer me lo replantearé.
Microrrelatos Repentinos
CASTILLOS EN EL AIRE
FANTASIA OSCURA
El poder de los sueños
-¿Y los sueños? – pronuncia Daimon mirando hacia la ventana.- ¿Dónde está el poder que me falta?
-No hemos podido conseguirlo, señor – contesta Giso postrándose a sus pies.
Daimon se desata en furia, dirigiéndose hacia la mesa donde yace la bola de cristal. Al llegar da un golpe tan fuerte que mueve los objetos que hay encima.
-Señor, si lo ve necesario yo mismo iré a por lo que necesita – va contrayendo las palabras hasta apagar la voz.
-No dudes que vas a acabar lo que no has comenzado. Tienes una opción, ¡solo una!. De nuevo duerme Kari, ¡ves a por él! – Daimon levanta las manos y las apoya encima de la esfera pronunciando palabras inentendibles que Giso identifica como hechizo. En un instante su encorvado cuerpo lo transforma en una niebla densa, negruzca que se cuela espesa en el interior de la bola, en la búsqueda de los sueños de Kari.
Al llegar al lugar Giso levanta un viento violento que sacude la ventana abriéndola de golpe, las alas vapulean desprendiéndose los vidrios, provocando un gran estruendo. Una espesa niebla negruzca serpenteante comienza a invadir la habitación. Kari se agita, en un profundo grito interior que expande su voz como un quejido por la habitación. Giso se detiene a los pies de la cama condensándose hasta dibujarse como una figura humana vestida de traje oscuro, con gorro y capa.
Kari lo observa llegar, desenfunda la espada a la espera.
-¿Esta es nuestra pieza? ¿A parte de la perla de su corazón, cojo algo más señor? – susurra al cuervo que tiene en el hombro de la derecha. Los pérfidos ojos de Giso brillan frios. Sin demora levanta las manos por encima de los hombros cogiendo dos perlas plateadas que flotan por encima de su cabeza. Las lanza y Kari entra en acción en su sueño profundo, abate las esferas que caen partidas en dos encima de la cama. Giso se contrae al observarlo. Daimon impone de nuevo las manos retirando a Giso. El profundo sueño de Kari es dueño de la realidad, y el único que podrá vencerlos mientras duerma.
Esta vez los microrrelatos repentinos debían tratar sobre el tema Fantasía Oscura. Esta es mi aportación que escribí una hora antes de que acabase el plazo. En este blog literario hablan de libros muy interesantes de gente poco conocida. Es todo un disfrute.
miércoles, 6 de febrero de 2013
La cola del paro en Castillos en el Aire
Secreto compartido
El padre permanece estático en la cola de la oficina de empleo para tramitar el paro. De la cazadora saca los papeles arrugados que ha de entregar. Cabizbajo, se deja llevar por todas las preocupaciones que le atosigan desde que dejó a su amante. Entonces comienza a recordar la falta de sinceridad que tuvo con su mujer cuando le preguntó si le había engañado, y el porqué le habían echado del trabajo si eran cuatro y la empresa funcionaba. Su hijo no deja de mirarle, sin perder la sonrisa de su cara, le estira del pantalón queriendo jugar. Le enseña el coche con el que juega a partir del día que pilló a su padre besándose con otra. Aquellos días sin medir la gravedad el padre apurado le dijo: “le he dado un beso a Maite, mi jefa, porque me ha ayudado a cargar el coche”, e intentó comprar su silencio con el juguete. La cola avanza un paso, mientras le suena el móvil pone el altavoz. Es su mujer dándole una mala noticia, “Juan, me acaban de despedir”. El hijo la escucha, sin perder la sonrisa dice en voz alta, “Maite puede ayudarnos”. El padre se queda sin respiración.
viernes, 1 de febrero de 2013
Microrrelato Ilustrado por Sara Lew
Un cachito de cielo
Eran las cinco de la tarde, y las tijeras estaban esparcidas encima de la mesa, junto a la cola, los pinceles y el papel. El collage lo había recién acabado. Un trabajo perfecto, le dije alegre al ver su creatividad. Colores llamativos adornaban el centro, azul celeste, blanco, verde y amarillo… un aire melancólico me transportó a mi niñez. Él al verme pensativo me llamó la atención llamándome, mamá. Entonces reaccioné. Le miré confundido, descolocado, a punto de llorar. Contuve las lágrimas todo lo que pude, hasta que desbordé el río, mojándome los cráteres de la barbilla. Desde lo más elevado de las cimas caí en picado, sobrevolando la cumbre de las nubes. Él no apartó ni un instante su mirada, se limitó a sonreír, acercándose me beso en la mejilla. No llores papá, yo también vivo esa ausencia. Pero ella me dijo que cuando faltara, solo tenía que mirar al cielo y que estaría siempre por mí. Entonces entendí, el porqué encontré un cachito de cielo entre los papeles llenos de cola. Miré a mi hijo con la duda y me asomé a la ventana. Un pedacito de vacío como la noche se abría alrededor del cielo azul, perfectamente recortado, junto a una nube blanca. Ahora ya estamos todos, formuló desde su inocencia. Abrazados pasaron los minutos.
Desde entonces con la nueva idea, hemos hecho un cuadro de flores como a ella le gustaban.
Este dibujo ha sido creado por Sara Lew,
para este microrrelato que escribí hace unas semanas. Especialmente me emociona por dos cosas, una por la creatividad ilustradora y esa capacidad de transmitir a través del dibujo imágenes que traspasan las fronteras de las letras. La otra es que realza el texto fusionándolo hasta formar una sola creación.
Tengo que quitarme el sombrero no solo por la gratitud de este pequeño encuentro entre mis palabras y su creación, sino también porque en esta colaboración (especialmente de Sara Lew), recojo inspiración. Lo escribí pensando en la inocencia que tiene un niño y como ve el mundo.
No tengo otra que decir que me encanta, felicitando a Sara Lew y animándoos a que os paséis por su blog, lleno de magia, encanto, ilustraciones y muy buenos microrrelatos.
sábado, 26 de enero de 2013
Revista Literaria Talaiot Nº 39 Invierno 2012
El libro
Busqué en varias librerías uno de esos libros que siempre me habían aconsejado leer, con un título atrayente, que te empuja a querer devorarlo antes de tenerlo en tus manos, sin saber a ciencia cierta el contenido. Lo cierto es que, sin tantos preámbulos y con las ganas puestas en órbita me dejé llevar por la balanza de unas palabras amigas, Martina tuvo la culpa, de abducirme al centro del Universo metódico resuelto en unas páginas que dijo me iban a ayudar. Hasta mi sombra esperó ansiosa el poder tener en sus manos el papel impreso y encuadernado con tapa blanda, del delgado volumen que según ella encontraría en la librería técnica del centro. Su desparpajo me atrajo, siempre era igual, lanzada, sincera y llena de pequeñas chispas, que aun no dándole plena lucidez la hacían tener carisma, y una extraordinaria atracción desde la cual cualquier respuesta por arbitraria que fuera, era la que era, no había vuelta de hoja.
La índole del encuentro con ese libro que pasó a ser maldito, formó un halo de esperanza en mis cortas miras, creyendo que Martina me había regalado lo mejor de su honestidad. Cuando cayó en mis manos el corazón me palpitó tan rápido que creí desvanecerme, con el ansia de devorar lo antes posible su contenido. Aquel día salí corriendo que me las pelaba hacía casa con las llaves en la mano, apretándolo fuerte contra el pecho para no perderlo, contando los céntimos que me habían devuelto a la vez que me desataba la corbata por el fervor y el impulso creciente de leer la historia que me había vendido.
Al abrir la puerta tiré la cazadora encima de la silla del comedor, me desaté los cordones, lanzando los zapatos por el aire, cogí un cojín y me estiré a todo lo largo del sofá. Casi como un rito cogí el libro delicadamente, mientras resople un par de veces, hasta que inspiré soltando el aire de forma progresiva. Quería engullir, una necesidad imperiosa me estrujaba, así que abrí la primera página que leí de carrerilla… Un sentimiento de, ¿dónde me estoy metiendo?, me hizo ralentizar en la segunda hoja. Al llegar a la tercera di por acabada la lectura… doblándola por el extremo superior derecho. Métodos, consejos, prácticas y las palabras de siempre, “¡maldita Martina!”, pensé, hasta que un salpullido comenzó a aparecerme por la tensión en el rostro.
El thriller psicológico en el que me vi envuelto no dejó de ser más que una aventura inesperada, las visitas a mi doctora, mi vida plasmada en cada renglón, el énfasis con el cual hacía las cosas, y mi buena voluntad que según Martina había perdido. ¡Yo no soy así!, hasta el personaje tenía mi nombre. Las palabras en las que me vi envuelto me llevaron a seguir con las mismas conjeturas, perseguido por la sombra maldita de un maleficio del cual llevo tiempo sin poder desprenderme.
Lo único que quiere es que cambie, que deje de ser el que soy, que me transforme y transmute, que sea libre como los pájaros… cuando ella sabe que la única atadura que tengo es mi sombra, que me persigue allá donde vaya, y de la cual nunca me he podido desprender. Así que cogí el libro con las dos manos y lo hice añicos, ínfimos, minúsculos junto a las macetas de la ventana del comedor… fue un alivio cometer la atroz hazaña, y una gran recompensa al ver con el pasos de los días más verdes las plantas mustias.
Después de dos meses volví a verla, quería agradecerle todo lo que había hecho... Le regalé un hermoso ramo de flores, “son preciosas” me dijo. “Si que lo son”, le contesté. “Las he hecho crecer con tu libro… fue un abono perfecto”, y dejé por zanjada la historia del maldito libro rompiendo el maleficio.
Texto publicado en la revista Literaria Talaiot nº 39 Invierno 2012
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