Toda calma acaba por dar fruto. A día de hoy hay muchas cosas que contar, explicar, detallar, decir... y no van a quedar en el tintero. Este tiempo ha sido una ventaja hermosa en la que ha tenido cabida palabras y ecos, sentimientos a flor de piel, sensibilidades...
Tras las pantallas del ordenador hay muchas personas que nos quieren por como somos, porque tenemos una afinidad, o buscan en las letras un cobijo en el que encontrar un aliciente más de la vida.
Yo he tenido mucha suerte a lo largo de este trayecto. He conocido a personas encantadoras, llenas de vida, vitalidad, energía, optimismo, pasión, encanto... que con su generosidad han abierto un camino en mí hasta hoy invisible. No es que no estuviera, pero ya se sabe el que escribe (yo soy muy autocrítico) hasta que no parimos las cosas en la perfección que queremos seguimos hilando (a ser posible sin costuras) hasta que la prenda queda perfecta, y pueda ceñirse como un guante.
En breve, aparecerá por aquí todo aquello que me inquieta, llena y satisface, para compartirlo con todo aquel que se acerque a esta pequeña ventana de mi mundo, mágico, lleno de nostalgia, y esa energía que he recogido en estos meses, tan especial.
Tengo que agradecer a mis hijos, los amigos y en especial a mi mujer este maravilloso camino, que sin ella no tendría demasiado sentido. Y a todos aquellos anónimos, que tienen nombre, pero no quieren figurar en la lista. A los microrrelatistas que conozco, que son unos cuantos, a los que han publicado libro recientemente y nos endulzan la vida con su encanto. Y sobre todo a un amigo que me ha llenado la vida de alegría, y hemos compartido dudas y risas, llantos y palabras.
Gracias a todos los que habéis compartido esos momentos.
Imagen extraída de la red
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