Textos incluidos en la revista Minatura nº 137
El texto que a continuación detallo está extraído de la página Minatura:
Antes de los días de cambio, es así: por un instinto divino, los ánimos de los hombres temen el peligro que viene, como, para prueba, vemos hincharse las aguas antes de una fuerte tormenta. Pero dejémoslo todo a Dios. ¿Dónde vais?
Ricardo III 2, 3 (Williams Shakespeare, 1591)
Ricardo III 2, 3 (Williams Shakespeare, 1591)
Hoy el mundo está plagado de fenómenos paranormales que nos están cambiando la vida a pasos agigantados. Fenómenos que transcienden las fronteras de una realidad que parece ser opaca. Si por un instante el velo de lo prohibido desapareciera, y fuese substituido por el sentido común, muchos de los fenómenos que a día de hoy se producen, no relegarían al ser humano a ser un simple número sin vida. Como lo que nos interesa es la vida le vamos a dar una vuelta de tuerca, y nos vamos a asomar a otro mundo en el que todo es posible, donde no hay límites, juicios, dogmas... que aniquilen derechos y carguen de deberes.
Bienvenidos al mundo de los fenómenos paranormales.
El despertador
Cada mañana observo con detenimiento como las manecillas del despertador se mueven acompasadas, marcan las horas con precisión. A las siete emite un sonido agudo que aumenta durante treinta segundos a un estrepitoso ruido inaudible. El primer día que ocurrió intenté apagarlo manualmente. Desesperado por la situación, lo metí debajo del chorro de agua. Durante varios días detuve el incómodo suceso. Al menos eso creí. Porque se reanudó sin previo aviso cinco días después provocándome estrés matinal. Un estrés que se acrecentó con el paso de los días. Me habían advertido que en la casa recién comprada ocurrían sucesos extraños. Los inquilinos anteriores se habían marchado porque según explicaron al vendedor los fenómenos paranormales les habían hecho la vida imposible. A mí nunca me importaron los comentarios sobre la casa encantada. Accedí a comprarla por su encanto, las cornisas y gárgolas suspendidas del tejado, y ese aire de terror que desprendía, seguro me iba a librar de más de un husmeador. Tres semanas más tarde, desesperado por el suceso accedí a hacer la Ouija. Preparé un vaso, el tablero e inicié la sesión. Recuerdo aquel fatídico día como uno de los más angustiosos de mi vida, en el que me vi inmerso en una serie de acontecimientos que me han marcado hasta hoy. Apareció de nuevo mi suegra, el perro atropellado la noche de San Juan, la vecina del quinto de la antigua vivienda con la que nos lanzábamos malas miradas. El jefe que se estrelló de camino a su casa por una mala reparación de los frenos del coche. La chica rubia a la que había enamorado mi corazón en la pubertad. Y el dueño de la casa con la obligación de despertarme a las siete para comenzar mi jornada de trabajo. Todos con las exigencias que no habían cumplido en vida. Con el paso del tiempo me he acostumbrado a sus presencias, y hemos entablado amistad. Ahora juego con una nueva carta en mano. Ellos me predicen el futuro y yo de vez en cuando extiendo el tablero y les dejo escapar de su eterna rutina. Son puntuales. A las siete el despertador suena preciso. Es cuando se reparten las tareas del hogar.
El espectro
Pacté una tregua de siete días con el fantasma de casa. Acordamos no llevarnos mal. Ayer rompió con el pacto. Los objetos de la cocina comenzaron a volar por encima de la cabeza, estrellándose contra las paredes, puertas y otros utensilios. La encimera se encendía y apagaba. El lavavajillas vacío se abría y cerraba con estrépito. Un fantasma malhumorado no es bueno tenerlo en casa. Y menos si has establecido un pacto en el que debe reinar la paz. Nunca me llevé bien con él. Su austeridad, malversación y la mentira, me hizo desconfiar desde que lo conocí. Un ser burlón y grotesco que intentó por todos los medios que acabara desahuciado y sin un duro en el bolsillo. Me aconsejaron seguirle la corriente. Dejarle sentirse poseedor de las primicias terrenales. No negarle nada de sus solicitudes. Establecer un lazo de unión sin escrúpulos. La cosa nunca funcionó, hasta que me tocó una importante suma de dinero en un juego de azar. En ese momento tuve que pactar al ver que mi vida podía dar un cambio drástico. O le daba parte del premio, o me hacía la vida imposible. Se había enamorado de mí, y por nada en el mundo quería que la distancia nos separase. Intenté mantener durante siete días la tregua, hasta que leyó un mensaje en el móvil de Lucy, mi amante. El fantasma se sintió engañado y ocasionó los desperfectos nombrados. Llevo días encerrado en estas cuatro paredes, y no hay forma de desatarme de este espectro que solo quiere que le acompañe, y le haga la vida placentera al enterarse que quiero marcharme a las Bahamas. Lo único que me puede librar es plegarla en un rinconcito de la maleta, y dejarla que se meta en la cama del hotel con nosotros. No sé si despertaré de este maldito sueño, pero está consiguiendo que al final se libre lo peor, en esta locura, y acabe por estrangularla. Una segunda muerte no sería lícito ni lo mejor. Pero ella sabrá lo que hace. Ya le he dado un ultimátum.
La orquesta
Hace cuatro meses que organicé un casting musical. La idea surgió a raíz de la leyenda de un libro, en el que explicaba la forma de conseguir el éxito. Al principio me abrumó, pero con el paso de los días, esa idea se afianzó fuerte. Comenzó a ocuparme la mente obsesivamente. Con el paso de los días, se hacía densa, adquiría forma, la sentía fraguarse, fresca, viva. No cabía duda posible. Afirmado comencé a trabajar en el proyecto. Miré todas las opciones legales, redacté contratos, horarios, derechos, sueldos etc… y procedí con el casting, previa publicación en los mejores periódicos del país, matizando al final en letra cursiva y negrita; “solo fantasmas.” Se presentaron infinidad de personas vivas, a las cuales no tuve más remedio que rechazar.
Viendo que no conseguía mi objetivo, opté por pedir ayuda a un espiritista, y entablar comunicación directa. Ya se sabe cuándo acudes a uno de estos fenómenos paranormales. No sabes lo que te vas a encontrar. Si por un lado la suerte va a ir de tu lado, o por lo contrario la inmundicia del más allá acabará por dilapidarte. El susodicho hombre comenzó a hacer unos pases mágicos, necesarios para entrar en trance. Los espíritus no tardaron en salir a su encuentro. Había de todo. Bailarines, profesores, médicos, peones… tuvimos trabajo durante las siguientes horas. Escogí lo mejor. La idea de un coro celestial, tan viva en mí, tomó forma en apenas dos días. Les expliqué que íbamos a recorrer el mundo con nuestro arte y que la vida les iba a dar otra oportunidad. Creyeron férreamente mis palabras. Me siguieron como a un nuevo Mesías. Aquel primer indicio que comenzó a generarse después de leer el libro, me llevó a la gloria. Los pobres se sienten felices con el éxito, mientras el mundo se cuestiona como consigo hacer sonar los instrumentos en los conciertos durante una hora. Y esas voces angelicales que extasían al público asistente acaban por asegurar, que mis dotes son de un verdadero prestidigitador.
Todos los textos están publicados en castellano e inglés.
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