SE PRESENTA EL LIBRO DE LA CONVOCATORIA
“PRENDÍ LA RADIO Y SE ENCENDIÓ EL AIRE”
Hoy miércoles 28 de agosto a las 20, en el salón Azul de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional del Comahue (Neuquén, Capital), se presentará el libro que reúne los 122 relatos breves seleccionados en la convocatoria “Prendí la radio y se encendió el aire”, realizada por la Radio UNC-CALF con motivo del 25º aniversario de su creación. La edición del volumen estuvo a cargo de la dirección de la emisora y la empresa Planeta Color.
Tal como se consignó en las bases, se entregará un ejemplar a cada autor o autora seleccionados y, en el caso de residir fuera de la región, se hará un envío por correo.
El libro reúne 122 textos seleccionados sobre un total de más de 250 enviados por oyentes de la región, del país y del exterior. La selección fue responsabilidad de un jurado compuesto por Lilí Muñoz, Humberto Bas, Rafael Urretabizkaya y Gerardo Burton.
Los textos recibidos respondieron a las consignas con gran calidad literaria y demuestran la vigencia de la radio como medio de comunicación social fundamental en la vida de las pequeñas y grandes comunidades rurales y urbanas.
Participaron oyentes de la zona Comahue –especialmente de las ciudades de Neuquén, Centenario, Cipolletti y General Roca- y de la mayoría de las provincias argentinas, en especial del Litoral; de otros países americanos –El Salvador, Venezuela, Nicaragua, México, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Puerto Rico, Guatemala, Chile, Perú, Uruguay, Ecuador-, de varias regiones de España, de Canadá y de Australia.
El texto que será publicado en esta recopilación lo vuelvo a reproducir a continuación:
Mi abuela y la radio
Un recuerdo me viene en forma de onda, que se propaga hacia mi tímpano y lo hace audible. La voz de mi abuela suena en mi mente ajetreada, y la sintonía 90.2 que ella escuchaba siempre. Me siento atraído por la radio, que busco entre los artefactos que mi padre almacena en el trastero, y una vez encontrado, hago porque funcione. Lo intento con ahínco, tocando los botones, mientras una olor a mi abuela hace que por un instante dude de si está justo detrás de mí. La siento tan cerca que casi puedo palparla, iluminándoseme en la mente la forma en la que ella solía ponerla en marcha cuando no funcionaba. Me froto las manos durante unos segundos, y arreándole unos golpecitos en la parte trasera, la radio se sintoniza en la emisora que se utilizó por última vez. Miro al alrededor y le agradezco ese pequeño mensaje subliminal. Afamado me centro en la radio, buscando la emisora 90.2 que aun me aprieta las sienes, hasta que la localizo. Con complacencia me siento dejándome llevar mientras el programa se emite. Sensaciones de niñez vuelan en busca de atardeceres, de aquellas caricias gratuitas, de los mensajes y besos, de las miradas de complicidad, de…. tantas cosas, que vuelvo a oler a los viejos tiempos, a sus brazos, a sus palabras, a sus sentimientos. Por un instante me evado del mundo, junto a las ondas emitidas por la vieja radio, que acumuló polvo durante años. Desde entonces la tengo en la habitación junto a mi abuela que viene a escucharla conmigo todas las tardes. Sonríe desde la fotografía que tengo colgada en la pared, esperándome como todas las tardes, justo después de venir del colegio (y ahora de la universidad). Se solía sentar a la derecha, junto a la ventana, atusándome el pelo. Me daba un trozo de pan y una chocolatina. Mientras los viejos tiempos paran mi vida ajetreada, la nostalgia me hace recordar canciones de niñez que cantábamos cuando solo la radio era la compañera de todas nuestras fatigas.
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