El vendedor de Fobias
El ermitaño
Autoextinción
Cada publicación es un lujo, un placer, un derroche de energía entre todos los que salen publicados en sus páginas. Algunas personas conocidas, otras no tanto, que conforman un entramado muy jugoso. Os animo a que leáis los textos de todas sus páginas, no hay desperdicio. Luisa Hurtado, Nicolás Jarque, Patricia Nasello, etc...
Para leer la revista podéis hacer click aquí. Dejaros llevar por las Fobias.
El vendedor
Para los feos, para los guapos, para los ricos y con talento. Para los que tienen una venda en los ojos, para los avariciosos, para aquellos que corren y dejan su vida atrás. Para los que quieren llenar su vida de cosas nuevas, tengo el mejor elixir de todos los tiempos. Fobias de todas las clases, tamaños, colores y formas. Las tengo a montones, duplicadas, intensas y leves. Son fáciles de usar, cómodas y baratas – replica el vendedor que intenta disfrazar la seriedad de la mentira con una sonrisa falsa -. Todo es posible con este elixir – señala el frasco traslúcido dejando ver el contenido interior. Lo agita y bebe unas gotas.
-¡Qué bien me siento! Libérense de las penas – grita eufórico – No hay nada como sentirse libre, feliz y dichoso.
-¿Y qué tiene en su interior? – pregunta uno de los transeúntes que se acercan.
-Pócimas fabricadas por mí. Desde que fui niño mi padre me adiestró en ser buena persona. A hacer la vida fácil a los demás. A llevar una vida sencilla y ágil. A ser yo mismo. A ayudar al prójimo. ¿Por qué cree que hago esto? – le indica a su víctima.
El hombre sonríe casi rozando el frenesí, introduce la mano en el bolsillo y saca un billete de cincuenta euros.
-Deme treinta frascos.
El vendedor sonríe, le entrega la mercancía y espera verle tomar unas gotas del brebaje.
-¿A qué espera? – le insiste. El comprador se marcha con la duda.
Dos meses más tarde vuelve y le dice - Usted me vendió hace dos meses unos frascos de un brebaje maravilloso y desde entonces mi vida ha dado un giro, no soy el mismo de antes. Tengo fobia a la noche. A los ruidos extremos, a los insectos… me ha hecho un desgraciado.
-Y que importa. Nadie te dijo que compraras. De todas formas tengo otro frasco para quitarte esas fobias – le contesta el mercader mientras le mira complaciente devolviéndole el cambio.
El Ermitaño
Abre uno de los más de dos mil libros que tiene dispuestos en la biblioteca, ordenados por números ascendentes, y lee el párrafo octavo de la página trescientos del volumen sesenta y dos referente al ser humano. Absorto mira con escepticismo las letras alejándose el tomo y enfocando la vista para discernir y leer con exactitud lo que indica. Durante unos segundos una bruma espesa se cierne sobre su mente, pero intenta leer el escrito. Es un extracto de fisiología humana, descriptiva, a nivel neurosensorial, psicológico y emotivo. Quiere entender sus reacciones. Al comenzar la lectura se acongoja sintiéndose desprotegido, lleno de temor. El sudor comienza a resbalarle por la frente, un hedor nauseabundo le invade las células olfativas, el corazón se le encoge, la lengua se le seca, las pupilas se le dilatan. Al llegar a la tercera línea del octavo párrafo se detiene. Su voz afligida se le agudiza y expresa en voz alta; creí que la había superado. Prosigue la lectura deteniéndose más concienzudamente en las letras hasta pasar de página. El pulso cardíaco se le acelera, los ojos se le irritan, sudoroso y con ganas de salir corriendo suelta el libro que cae al suelo. Se sienta junto al estante cabizbajo pronunciando alterado; aun no he superado la fobia a los humanos.
Autoextinción
Al principio existió la nada. Luego vino el mundo. En el crecieron diversas especies que convivieron hasta que el caracol acabó por tener fobia a la hormiga. La hormiga a la chinche. La chinche al pulgón. El pulgón a la Chinchilla. La Chinchilla a los monos, y sucesivamente la escala siguió ascendiendo hasta el hombre tuvo fobia a todo, incluso a él mismo. Las fobias crecieron por doquier, sin control ni remedio. El hombre racional para remediarlo acabó autoexterminándose haciéndolo antes con el resto de las especies, acabaron de raíz con las fobias, volviendo a la nada del principio.
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