Uno de los relatos ganadores
De como el primer beso sigue a otro
La cena fue distendida durante más de media hora, hasta que el cruce de miradas nos hizo evadirnos de la conversación. Intuí que algo no iba bien, cuando comenzó a mirarme la solapa de la americana. Después dirigió la mirada al cuadro que tenia tras de mí, de forma tan efusiva que tras mirarla varias veces le pregunté qué ocurría. Ella movió la cabeza negativamente mientras comía el pato a la naranja que habíamos pedido, junto a un buen vino de mesa. Al verla insistente me giré y vi colgado en la pared “La noche estrellada “de Van Gogh, una de esas copias baratas que reproducen sus conocidas obras valoradas en millones de euros. Sonriente volví a girarme queriendo tener una respuesta que me aclarase lo que ocurría. Con cara de cierto escepticismo y algunas gesticulaciones faciales comenzó a deshacer el encanto en el que aparentemente nos habíamos introducido. Mi reacción no tardó en llegar, al preguntarle que demonios ocurría. Entonces levantó las cejas un par de veces y tocándose el cuello, hizo el gesto de limpiarse. Ruboricé al entenderlo, un gesto inequívoco de suciedad, por lo que cogí la servilleta y mirándome el pecho pude comprobar que la mancha se había extendido no solo a la solapa, sino a la camisa. Ella sonrió al ver mi reacción, enfatizando en esa postura cómica de desconcierto. Yo sin embargo no pude contener la risa que disparé a bocajarro diciéndole que no era tan desastroso, que era más apañado de lo que podía llegar a imaginarse, y que no se quedara con esta impresión de no enterarme de las cosas, que debía haber sido más explícita. El resto de la noche transcurrió sin demora y con el gesto inocuo que nos llevó a parodiar lo ocurrido.
Al salir nos despedimos dirigiéndonos a nuestros coches respectivos, al darnos la espalda reculé los pasos. Yo la acompañé hasta el suyo (que menos que tener ese detalle caballeroso), y a medio camino extendió su mano entrelazándose a la mía. Me supo a miel el roce de su piel, una excitación intensa me electrificó hasta subirme por la columna un latigazo de energía que fluyó a través de mis ojos. Ella notó rápido esa sensación al decirme que desprendía luz por ellos. Estuve contenido en las palabras al quedar invadido por ese primer contacto de manos. Mi reacción fue estrechársela aun más. Al hacerlo detuvimos los pasos sincronizados como el engranaje de un perfecto mecanismo de relojería, nos pusimos cara a cara y ella elevándose de puntillas acercó sus labios. Fue un acto tan sublime, que derretido caí entre sus brazos, no había probado una miel tan dulce, y sintiéndome levitar me agarre a tu torso sintiendo el palpitar de nuestros corazones. Este es mi primer beso, me dijo, tengo más guardados para ti, ¿los quieres?. Por supuesto, le contesté, y armado de valor acabé diciéndole; en casa tengo un cuadro de Van Gogh el de “Los girasoles”, si quieres te lo enseño. Así lo hicimos. El paseo por casa viendo el arte que tenía colgado en las paredes no fue tan bello como lo que acabó ocurriendo esa noche. Todo por un beso inocentemente buscado, en la cumbre del deseo del amor. El resto de besos fueron únicos, como el amor que nos profesamos reavivándolo sin estrecheces, como si fuera el primer beso de toda una vida. Probadlo, es magnífico.
Al salir nos despedimos dirigiéndonos a nuestros coches respectivos, al darnos la espalda reculé los pasos. Yo la acompañé hasta el suyo (que menos que tener ese detalle caballeroso), y a medio camino extendió su mano entrelazándose a la mía. Me supo a miel el roce de su piel, una excitación intensa me electrificó hasta subirme por la columna un latigazo de energía que fluyó a través de mis ojos. Ella notó rápido esa sensación al decirme que desprendía luz por ellos. Estuve contenido en las palabras al quedar invadido por ese primer contacto de manos. Mi reacción fue estrechársela aun más. Al hacerlo detuvimos los pasos sincronizados como el engranaje de un perfecto mecanismo de relojería, nos pusimos cara a cara y ella elevándose de puntillas acercó sus labios. Fue un acto tan sublime, que derretido caí entre sus brazos, no había probado una miel tan dulce, y sintiéndome levitar me agarre a tu torso sintiendo el palpitar de nuestros corazones. Este es mi primer beso, me dijo, tengo más guardados para ti, ¿los quieres?. Por supuesto, le contesté, y armado de valor acabé diciéndole; en casa tengo un cuadro de Van Gogh el de “Los girasoles”, si quieres te lo enseño. Así lo hicimos. El paseo por casa viendo el arte que tenía colgado en las paredes no fue tan bello como lo que acabó ocurriendo esa noche. Todo por un beso inocentemente buscado, en la cumbre del deseo del amor. El resto de besos fueron únicos, como el amor que nos profesamos reavivándolo sin estrecheces, como si fuera el primer beso de toda una vida. Probadlo, es magnífico.
Cuando llega San Valentín fluyen concursos sobre amor, cartas,.... este es uno de ellos. Y me aventuré en participar. He sido unos de los ganadores. Elisabet Parra (periodista) me envió ayer el mail con la noticia. Mi enhorabuena al resto de participantes. Todo un placer.
Buen relato. Muy sensitivo. Hace viajar al lugar de ese beso.
ResponderEliminarAbrazo!
Recibido tu mensaje. Bienvenido a este pequeño mundo, que sea también el tuyo.
EliminarAyer estaba que me salía.
Son esas alegrías que no van mal de vez en cuando.
Un saludo.
¡Enhorabuena! Es un relato muy bello.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Sara.
EliminarYa me gustaría escribir como lo haces tú. Tus letras son especiales, mágicas, estupendas. Recomiendo a todos que las lean. Al menos a mi me tienen cautivado.
Por lo demás, nada. Estoy contento. Y a mejorar.
Un fuerte abrazo.
Un relato desde la sensibilidad y el buen gusto. De agradable lectura.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos
Buenas Anna.
EliminarSomos de la tierra. Me paseé por tu blog y es un encanto. A ver si voy buscando huecos y me lo miro todo con detenimiento.
Me encanta verte por aquí.
Seguimos viéndonos.
Un saludo.
¡Enhorabuena, Ponfiel!
ResponderEliminarUn saludo,
Gracias.
ResponderEliminarA ver si me paso por tu blog y leo las bellezas que escribes.
Un fuerte abrazo Pedro
Muchas felicidades. Me alegro de tu premio. Y hala, a por otro,
ResponderEliminarUn abrazo.
Esto es una rueda que va por buen camino. Y a seguir recogiendo frutos.
EliminarUn abrazo