Hay ajetreo en la casa. El pavo está a punto. El olor del asado invade la estancia. Los niños juegan en el parque, la vida continúa como si nada. Se va a contrarreloj. La mesa, las tapas, los adornos. Se oye el timbre de la puerta. La madre la abre. ¿Dónde has estado todo este tiempo?, hace años que olvidó que es besarle, quererle. Él le acaricia el rostro. Ella se contrae soltando un respiro. El padre sale del lavabo, envuelto en humo. Le mira de arriba abajo, su hijo ni se quita las gafas de sol. ¿Qué?, le pregunta el padre con reticencia. La ira aun le puede, y en cuanto se da la vuelta el hijo le asesta un puñetazo en la cara. Bravucón se estira sacando el pecho mirando a su madre que se asoma desde la puerta de la cocina. Ella le mira de soslayo perdiendo la mirada en la fotografía del mueble. El peque ha crecido, ya no es como antes. Ni árboles ni puñetas ni adornos, dice encogida acariciándose el rostro. Este no es mi hijo. ¿Hasta cuándo? No hay reconciliación posible. Maldito veneno. El horizonte está lejos, y el silencio roto.
Imagen extraída de la red
Que la suerte acompañe a todo el que participe en este concurso.
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