Mi padre sigue sentado en el sofá. Mi madre solo hace que hacer comidas varias, elabora suculentos manjares. El resto está. Todos sonríen. Un cargante ambiente de paz reina el comedor. Sería más feliz si tuviese encima de la mesa el libro que pedí. Pero no, tengo otro maldito libro, en el que ni siquiera hay una letra impresa. Está lleno de hojas vacías. No es extraño que establezca discordia, la familia no la entiende. Quieren que vaya al psiquiatra, le explique mi vida, todo lo que me pasa por la cabeza y me dé una solución. Es la solución lógica, no la acertada. Prefiero comer bocadillos de sobrasada a los potingues de mi madre por estas fechas, enmudecer delante de mis seres queridos, seguir mirando de reojo el maldito libro, y reclamar mis derechos. Vas a enfermar, dice constante mi madre, y no habrá quien te saque. Estas creciendo y las hormonas te desestabilizan. Llevo escuchando durante horas el mismo discurso, que las cosas tienen arreglo, que me tengo que conformar. Lo único que me pregunto es el porqué acabaron dejándome lo que yo no pedí, la próxima vez ni el vaso de agua le dejo a los camellos.
Aportación mes Noviembre a la Microbiblioteca
0 comments:
Publicar un comentario
Gracias por dejarnos un mensaje. Reciba un cordial saludo.